Hasta la fecha, el deporte siempre ha sido uno de los
grandes pilares del periodismo en toda Europa y, aunque no siempre ha estado
bien valorado, es uno de los temas que más consumo y lectores tiene. En pleno
siglo XXI, cuando la tecnología y los avances han permitido mejorar la
instantaneidad, las coberturas y los eventos, ¿quién es exactamente periodista
deportivo?
La verdad, es que hoy en día este rol lo suplen dos tipos de
personas. En primer lugar el periodista licenciado, que ha estudiado su carrera
y ha optado por esta sección –o se ha visto obligado a hacerla, en algunos
casos-, y en segundo lugar y como pareja de baile el deportista retirado, o en
su defecto el árbitro o juez retirado. ¿Por qué sucede esto? En parte, porque
el deportista o profesional retirado da un valor añadido a la cobertura
mediática porque habla con conocimiento de causa de lo que sucede y puede
aportar otro tipo de información, pero, ¿es realmente periodismo lo que ofrece?
¿Tiene sólo ventajas?
A mi modo de ver estos nuevos roles crean estos problemas:
- Al tener la figura de profesional retirado, generalmente
el periodista deportivo ha optado por tener menos nociones e información del
deporte que cubre, los jugadores o la historia de los clubes. La información
aportada muchas veces se centra en anécdotas o datos muy conocidos que no
aportan al oyente o lector nada diferente.
- En la mayoría de casos el profesional retirado sabe mucho
sobre su deporte, eso es absolutamente cierto, pero acostumbra a ser una
persona poco formada en cuanto a comunicador y las lagunas de cara a
retransmitir un partido o evento son evidentes. Tiene la información necesaria
y la base en cuanto al deporte, pero no tiene los conocimientos sobre oratoria
o repartición de la información. Esto, en muchas ocasiones, origina comentarios
interesantes en cuanto a contenido pero poco entendibles, repetitivos o no
demasiado eficaces en el medio en el que están –demasiado literarios para radio
o demasiado orales para contenido escrito.
- Sinceramente, en la época en la que estamos, también cabría
destacar algo quizá más mundano pero también importante: reduce los puestos de
trabajo para periodistas. Si en cada partido anteriormente había dos o tres
periodistas, ahora se ha perdido uno o dos puestos, ya que los ocupan ex jugadores
de futbol o árbitros. Y lo mismo pasa con los mundiales de patinaje o con las
Olimpiadas, se apuesta más por el ex profesional que por el periodista.
Y esto qué significa, en definitiva, que acaba primando la
experiencia y conocimiento del deporte a una buena locución o escritura. Pero,
una vez más, creo que nos equivocamos. Es mucho más fácil que el periodista se
informe sobre el deporte, lea y aplique los nuevos conocimientos a su trabajo y
su rol: el de comunicador; que intentar que los deportistas aprendan el rol de
periodista.